Dirás que soy un soñador
Pero no soy el único
Espero que algún día te nos unas
Y el mundo será uno solo
John Lennon – Imagine
En noviembre pasado el mundo
conmemoró los 50 años del asesinato del presidente Kennedy, ocasión que sirvió
para revisar su gobierno, su legado y las circunstancias que rodearon su
muerte. Al final seguimos sin saber a ciencia cierta si Lee Harvey Oswald fue
el asesino, o el único asesino, y exactamente quiénes estuvieron detrás del
magnicidio de ese 22 de noviembre de 1963. Setenta y siete días después de ocurrido
éste arribaron a Nueva York, al aeropuerto que había sido rebautizado con el
nombre del asesinado presidente, cuatro jóvenes ingleses conocidos como The Beatles,
en su primera visita a los EE.UU. Eran los invitados estelares de un programa
televisivo de música pop, El Show de Ed
Sullivan, que suponía la consagración para cualquier cantante o banda. Los
Beatles debutaron la noche del 9 de febrero de 1964 ante unos Estados Unidos que
aun no se reponían por la muerte de Kennedy. Se estima que alrededor de ochenta
millones de personas vieron aquella histórica presentación, la mayor audiencia
registrada en televisión hasta entonces. Fue como la catarsis que los
estadounidenses esperaban, el comienzo oficial de la Beatlemanía en
Norteamérica y de la llamada invasión británica de bandas de rock and roll. No
habría imaginado John Lennon aquella inolvidable noche neoyorkina que algún día
terminaría viviendo en esa ciudad; y muriendo en ella también, de una manera
similar a la de John F. Kennedy: cerca de su esposa y a balazos.
Última foto tomada a Lennon en vida, justo al lado de su victimario
cuando le firmaba un autógrafo la noche de su asesinato.
Foto: Paul Goresh.
La fría noche del 8 de
diciembre de 1980 Lennon, de 40 años, fue acribillado por un admirador suyo, Mark David
Chapman, que horas antes le había solicitado que estampara su autógrafo sobre la
carátula de su último disco, Double
Fantasy, a la entrada del edificio Dakota, donde vivía con su esposa Yoko
Ono y su pequeño hijo Sean. Once años atrás Lennon había dicho, refiriéndose a
su controversial campaña internacional por la paz que realizaba con Ono, por la
cual se dijo que la pareja se asemejaba más a un par de comediantes que a unos
serios pacifistas, lo siguiente: “Laurel y Hardy, así nos ven a John y a Yoko. Y
siendo eso, nuestras probabilidades son mejores, porque a toda la gente que la toman
en serio, como Martin Luther King, Kennedy y Gandhi, le pegan un tiro”.[1]
Lennon ciertamente se equivocó, porque a él también lo tomarían en serio. Desde
que llegó a Nueva York en 1971, con intenciones de quedarse, las autoridades lo
tuvieron en la mira. La administración Nixon, que buscaba reelegirse el año
siguiente, siempre vio a Lennon como una persona
non grata debido a su conocida y radical oposición a la guerra de Vietnam, que
Nixon había recrudecido, y a la guerra en general, y a su apoyo a líderes sociales
como Abbie Hoffmann, Jack Rubin, John Sinclair (cuya liberación fue presionada
por Lennon en un concierto en el que participó junto a otros músicos) y Bobby
Seale, fundador de las Panteras Negras. Nixon, al parecer, creía que Lennon
podía influir en el voto de millones de jóvenes estadounidenses en su contra en
las elecciones de 1972 (era la primera vez que jóvenes entre los 18 y 21 años podrían
votar en los EE.UU). Así es que la batalla para deportarlo pronto se inició. Y el ex Beatle
contraatacó con una batalla legal y mediática que duraría cinco años, mientras era constantemente
espiado y sus llamadas interceptadas. Se sabe que el FBI tenía un largo expediente
sobre su caso.
Nixon fue reelegido finalmente, pero su gobierno pronto se vio
ensombrecido por el escándalo Watergate. Y Lennon era visto como un personaje
con capacidad de aumentar la desestabilización del gobierno. La renuncia de
Nixon en 1974 disminuyó la presión sobre el polémico ex Beatle . Tras cuatro años infructuosos
por lograr su deportación, el gobierno de Gerald Ford, sucesor de Nixon, permitió
que Lennon recibiera la Green Card, la tarjeta de residencia permanente, en
1976.
Los años de Jimmy Carter en la
Casa Blanca (1977-1980) fueron un periodo de tranquilidad para los Lennon. Pero,
ante todo, John se había retirado de la industria discográfica y estaba completamente dedicado a su familia.
Su hijo Sean había nacido en 1975 y no quería repetir con él la experiencia de su
primer hijo, Julian, que tuvo con su primera esposa, la del hijo de un famoso
padre ausente. En 1980 John y Yoko volvieron a los estudios de grabación para
trabajar en un nuevo álbum después de cinco años. Entretanto, Mark David Chapman,
de 25 años, ya había tomado la decisión de asesinar a Lennon. ¿Por qué un
admirador de los Beatles quería asesinar precisamente a John Lennon? La versión
oficial dice más o menos que Chapman era un fanático perturbado que quería ajusticiar
a Lennon por haberse traicionado a sí mismo y al mundo con sus erráticas y
contradictorias acciones y su vida de multimillonario. La leyenda dice que
detrás del asesinato hubo una conspiración: ¿crimen político?; que era parte de una contraofensiva
conservadora, la que llevó a Ronald Reagan al poder; que Lennon no se iba a
quedar callado ante otro gobierno reaccionario (en noviembre de 1980 Carter
perdió la reelección ante Reagan); que Chapman fue programado o adiestrado por
un organismo de inteligencia para matar a Lennon. Lo cierto es que hasta ahora,
por más que Chapman haya declarado haber actuado solo, que escuchaba una voz
interior ordenándole el asesinato -y cosas de ese tipo-, que siga purgando una
condena que podría ser perpetua, uno se pregunta si el caso Lennon, como el de los
Kennedy (John y Bobby) y el de tantos otros, realmente está cerrado. Y si en
caso de no estarlo, algún día sabremos la verdad.
Por ahora prefiero pensar que
otro mundo todavía es posible, como ese que soñó Lennon en Imagine. Que, claro, empieza con uno mismo. Que Lennon sí tenía
mucho, y afortunadamente, de Laurel y Hardy. Que su pacifismo era tan serio
como el de los hermanos Marx, esos grandes cómicos del cine. Y tan cercano al
de Gandhi, Luther King y Mandela, que acaba de morir. Porque la utopía no ha
muerto. Y Lennon imaginó, en sus años de enfrentamiento con el establishment, un país que llamó Nuthopia: sin fronteras, sin pasaportes, sólo con gente. ¿Será tomado en serio este sueño algún día?
[1] John
Lennon, citado por Héctor Sánchez, en http://www.efeeme.com/la-cara-oculta-del-rock-john-lennon-un-peligro-para-los-estados-unidos.
Afortunadamente hay muchos soñadores, todavía. Muy buen artículo, con franqueza cruda y necesaria.
ResponderEliminar