Alcázar de Segovia
Texto y
Fotos: JAIME FLÓREZ MEZA
Y el
musulmán lo perdió todo,
la casa, el sueño y la heredad
en nombre de la cristiandad.
la casa, el sueño y la heredad
en nombre de la cristiandad.
Joan
Manuel Serrat, Por las paredes (mil años
hace), fragmento
© Sociedad General de Autores de España (SGAE)
Patio de los Leones en los
Palacios Nazaríes, la obra más conocida del excepcional conjunto arquitectónico
y natural que es La Alhambra
Granada
Granada fue la última provincia
andalusí, la que fuera gobernada por la dinastía Nazarí hasta aquel infausto 2
de enero de 1492 en que los reyes católicos tomaron la ciudad poniéndole fin al
renacimiento árabe en la península. Cuentan que cuando entraron en la Alhambra
(en árabe “castillo rojo”, aunque otros sostienen que su etimología hace
referencia a Abu Al-Ahmar, su fundador, conocido como “el rojo”) quedaron tan
encantados con ella que, menos mal, no la destruyeron ni construyeron sobre
ella templos u otras cosas que la socavaran. De todas maneras la ciudadela no
se libró de que en uno de sus predios levantaran una iglesia y que su mezquita
fuera convertida en capilla, ni que el desquiciado emperador Carlos V (I de
España) mandara construir un palacio para su ego, como si no le bastara con
todo lo que los Nazaríes habían edificado durante sus doscientos cincuenta años
de permanencia en Granada. Posiblemente se trate de la obra cumbre del arte
andalusí. Alguna vez vi un dibujo de la Alhambra hecho por Federico García
Lorca, que la amaba, en un libro que no sé dónde habrá ido a parar. A partir de
entonces empecé a imaginarla. Pasaron muchos años para que al fin pudiera
conocerla. Era uno de los objetivos de todo el viaje, así que ya se imaginará
mi emoción antes, durante y después de visitarla. Es uno de los más bellos
lugares que haya conocido jamás: un refinadísimo conjunto de jardines,
palacios, caminos, bosquecillos y murallas que da cuenta del elevado nivel de
conjunción del arte con la naturaleza. No podían haber elegido mejor lugar los
Nazaríes para levantarla que aquellas preciosas colinas. Claro, era también
cuestión de estrategia militar y política en una ciudad que en cualquier
momento los cristianos podían tomar. El guía granadino decía que a pesar de la
subyugante belleza de la Alhambra no es hoy ni la sombra de lo que fue en los
siglos XIV y XV, toda vez que en los siglos siguientes fue saqueada, incendiada
y se convirtió en guarida de gitanos, delincuentes y prostitutas durante dos
siglos, hasta que al fin en el XIX viajeros, poetas y pintores románticos
empezaron a recuperarla en sus obras; pero fue un diplomático y escritor
estadounidense, Washington Irving, quien acaso hizo más por ella y la rescató
para la posteridad en su obra Cuentos de
la Alhambra, y luchó por su reivindicación ante el reino de España.
La Alhambra. Sala de
Abencerrajes
El otro lugar esencial de
Granada es el Albaicín, el barrio árabe, cuyo significado no es del todo claro:
algunos dicen que deriva de Baeza, un reducto musulmán en la península cada vez
más sitiada por los cristianos; otros, que su significado sería “arrabal de los
halconeros”. El barrio se levanta a orillas del río Darro, al este de la
ciudad, y es como una pendiente de preciosas callecitas, casas y cármenes a ambos
lados del río que luego se pierde. Según el Diccionario Enciclopédico Espasa,
un carmen es “una quinta con huerto o jardín”; en todo caso se trata de una
típica vivienda granadina de fachada blanca, con jardín y huerto interiores,
algunas de tal sofisticación que cuestan una fortuna. En la parte baja del
Albaicín hay bares, restaurantes,
palacios, teatros, comercios e iglesias de la época ya cristiana. Desde
cualquier punto se divisan la Alhambra y el Generalife. El ambiente es
maravilloso, es un conjunto urbano que mantiene ese espíritu andalusí de
convivencia con la naturaleza. Sin embargo, así como hay una devoción por la
belleza arquitectónica, urbanística y natural que embellecieron los andalusíes,
está ese otro culto a una supuesta cristiandad heroica y salvadora que
simbolizan los reyes católicos Isabel y Fernando, con el infaltable monumento y
plaza que representa la sumisión de Colón y el poderío de aquellos; y, lo que
es aún más sagrado para los granadinos, la Capilla Real, el segundo monumento
granadino más visitado después de la Alhambra, famosa por las tumbas
manieristas de aquella pareja que rompiera trágicamente la historia de España y
del futuro Nuevo Mundo, y por todo el conjunto que es un homenaje, al menos así
me lo parece, al oscurantismo español, todo lo contrario de lo que representa
la Alhambra luminosa. Uno de los mayores contrastes culturales y naturales que
recuerdo haber visto.
La Alhambra vista desde el
Albaicín, el tradicional barrio árabe
Decir que Granada es una ciudad
bonita, y su gente aún más, no me basta. Siempre repito que a las ciudades las
hacen sus gentes, y los andaluces me parecen simpáticos y seductores. Es que
con todo el cruce de culturas que tienen y su abrasador verano, creo que no
podría ser de otro modo. Capaces de una sensibilidad asombrosa que produjo
criaturas como Federico García Lorca, Manuel de Falla, Velásquez, Murillo, Paco
de Lucía, Antonio Machado… Y ya que menciono otra vez a García Lorca, es de
lamentar que haya confiado que su Granada natal, que se declaró nacionalista al
estallar la guerra civil en 1936, le fuese a proteger de los fascistas y haya
hecho caso omiso de sus amigos que lo aconsejaron quedarse en Madrid; como
también que los republicanos se atrincheraran, justamente, en el Albaicín, lo
que los puso a merced de Franco que tomó la Alhambra y desde ahí liquidó la
resistencia. Y ya no me quedó tiempo de visitar la casa natal de García Lorca
en el pueblo granadino de Fuente Vaqueros, convertida en museo desde 1986.
La
orgullosa Sevilla
En paz
descansen esplendores
de amor cortés y trovadores.
Dueños del camino del mar,
no había pez que se atreviese
a transitarlo sin llevar
las cuatro barras en el lomo.
de amor cortés y trovadores.
Dueños del camino del mar,
no había pez que se atreviese
a transitarlo sin llevar
las cuatro barras en el lomo.
Joan Manuel Serrat, Por
las paredes (mil años hace), fragmento
Plaza de España
Aquí empiezan las cuatro S
(Sevilla, Santiago de Compostela, Salamanca y Segovia). Ahora que lo pienso los
sevillanos son exagerados, o muy regionalistas, lo que es hasta comprensible
por el papel protagónico que ha jugado su ciudad en la historia y la cultura de
España, sobre todo a partir del todavía mal llamado descubrimiento del Nuevo
Mundo, que solo lo era para los europeos. Es que con la conquista inmisericorde
(¿es que acaso alguna conquista no lo es?) del nuevo continente, la ambiciosa
Sevilla se transformó en uno de los principales puertos del mundo y con ello en
el centro económico de España, toda vez que por ahí entraban las riquezas del
saqueo de las colonias americanas que forjaron el Imperio español. Y no sigo
más porque esa es una historia conocida. Porque en realidad lo que quería decir
es que, por más visitada que sea Sevilla con todos sus atractivos y más
espectacular que sea su Plaza de España (que pretende celebrar todas las
culturas y provincias españolas), no creo que alguna vez haya sido el segundo
monumento más visitado del mundo (como me lo dijo un sevillano), pues ni
siquiera ha de ser el más visitado de España. Según he podido indagar el primer
lugar lo ocupa el Templo Expiatorio de la Sagrada Familia en Barcelona, cuya
terminación se espera para 2026, y el segundo la Alhambra. Claro, eso no le
resta belleza ni importancia, ni mucho menos turismo, a la capital de
Andalucía, que es uno de los principales destinos del país, de hecho es el
tercero después de Barcelona y Madrid. Otro por ahí decía que es la ciudad más
bella del mundo.
El río Guadalquivir. Al fondo
el barrio de Triana
La Sevilla que vi, recorrí y
palpé, en cambio, me parece que fue el modelo para la edificación de ciudades
como La Habana, Cartagena de Indias y muchas otras del Nuevo Mundo. Creo que
era una de las ciudades que más se quería reproducir en las colonias españolas.
El centro histórico de la ciudad, cuyo casco antiguo es el más grande de España
y el tercero de Europa, es realmente impresionante, con el Guadalquivir que lo
separa del tradicional barrio de Triana y que ya promete el mar. Sevilla es,
ciertamente, muy bohemia, cuna del flamenco, de grandes pintores, músicos y
escritores; pero otra cosa es que el flamenco lo hayan comercializado para el
supuesto disfrute de los turistas en restaurantes en los que se intenta dar
vida en un tablao a esa música y
danza que yo también amo. Afortunadamente me lo advirtieron en Granada. El
flamenco es para oír y ver, sin hacer nada más, en un teatro. Tiene que ser un
recital para que se pueda apreciar su arte y no un espectáculo de
restaurante-bar. Claro, en Sevilla también hay teatros para el goce auténtico
del flamenco, pero fue en Granada donde entendí y logré percibir su espíritu,
que me hablaba de gitanos perseguidos y estigmatizados, de musulmanes vencidos,
burlados y expulsados de su al-Andalus, de las tragedias lorquianas; en fin, de
un profundo dolor y un intenso placer andalusí.
Detalle del Real Alcázar de
Sevilla
Como Sevilla fue reconquistada
por los cristianos antes que Córdoba y Granada, el peso del catolicismo es
apabullante. La catedral sevillana es la catedral gótica más grande del mundo.
Fue construida en el lugar donde estaba la mezquita de la ciudad, de la cual
solo se conservó la torre o alminar que se conoce como La Giralda. Por doquier
hay templos, pero mucho mudéjar y monumentos de estilo andalusí con sus variantes
(almohade, almorávide, etcétera). El más sobresaliente, en mi opinión, es el
enorme alcázar, el más bello que he visto. Los museos también tienen mucho
encanto, como el de bellas artes, el etnográfico y de artes populares y el
arqueológico, que fueron los tres que visité. En estos dos últimos me dejaron
entrar gratis, no sé si por condescendencia por aquello de la colonización
americana, pero en cualquier caso lo agradezco. A pesar del “sabor amargo del
llanto eterno” del que hablaba Serrat, Sevilla se camina como si no hubiera un
mañana. Y de hecho yo no me pude ir cuando pensaba hacerlo sino cuando la
ciudad me lo permitió, además los incontables patios sevillanos con su fuente o
su aljibe arabesco son una maravilla y no se puede partir de la ciudad sin
verlos.
Patio sevillano
Santiago
de Compostela
Mil años hace que el sol pasa
reconociendo en cada casa
el hijo que acaba de nacer,
que el monte dibuja perfiles
suaves, de pecho de mujer,
que las flores nacen discretas
y las bestias y la luz también.
Mil años para nuestro bien.
reconociendo en cada casa
el hijo que acaba de nacer,
que el monte dibuja perfiles
suaves, de pecho de mujer,
que las flores nacen discretas
y las bestias y la luz también.
Mil años para nuestro bien.
En cada valle una gente
y cada cala esconde
vientos diferentes.
y cada cala esconde
vientos diferentes.
Joan
Manuel Serrat, Por las paredes (mil años
hace), fragmento
Otoño en Compostela. Parque de
la Alameda
Aquí estamos ya en el
noroccidente de España, en Galicia. Otra cultura, otra lengua vernácula, el
gallego. Yo venía de Portugal, más exactamente de Oporto. Todo parece indicar
que el nombre de Compostela puede derivar del latín Campus stellae, “campo de estrellas”,
o de Composite tella, “tierras hermosas”. Desde mi llegada no pude resistirme a
visitar la famosa plaza de la Catedral de Santiago, cuyo conjunto
arquitectónico está supremamente bien conservado. La visita a la catedral
resulta obligada y su preciado y sublime centro histórico se recorre
fácilmente. Santiago de Compostela se funda como tal a partir de la leyenda del
apóstol Santiago, cuyos despojos habrían llegado, según una de las versiones,
hasta las costas de Galicia en el siglo IX después de una travesía por el
Mediterráneo, remontando las costas de Portugal hasta llegar al enclave gallego
dominado entonces por el rey de Asturias. La leyenda no solo dio lugar a la
ciudad cristiana sino que, usada con fines políticos y religiosos (dos caras de
una misma moneda), convirtió a Compostela en un destino místico de
peregrinación desde hace más de mil años: el camino pedestre de Santiago, que
para los esotéricos es uno de los caminos iniciáticos y para los turistas de
aventura una experiencia que merece la pena vivirse.
Mil años hace que el sol pasa
pariendo esa curiosa raza
que con su llanto hace un panal.
Y de su sangre y su derrota,
día de fiesta nacional.
pariendo esa curiosa raza
que con su llanto hace un panal.
Y de su sangre y su derrota,
día de fiesta nacional.
Que con la fe del peregrino
jamás dejó de caminar,
de trabajar y de pensar.
jamás dejó de caminar,
de trabajar y de pensar.
Empecinado,
busca lo sublime
en lo cotidiano.
busca lo sublime
en lo cotidiano.
Joan
Manuel Serrat, Por las paredes (mil años
hace), fragmento
Plaza y Catedral de Santiago.
Algunos peregrinos rezan o meditan tras la meta cumplida
Por cierto, Ramón María del
Valle-Inclán, ese gran dramaturgo, poeta y escritor español, murió en esta
ciudad y la estatua esperpéntica que lo celebra (como si de uno de sus
esperpentos teatrales se tratara) no deja de ser llamativa y me recuerda las de
Modigliani. Nótese la manquedad del brazo izquierdo, que le fuera amputado como
consecuencia de un duelo cuando contaba con 32 años.
Estatua que representa a Ramón
María del Valle-Inclán
Salamanca
De un ambiente muy agradable,
de gente amigable y cordial, eminentemente universitaria como quiera que cuenta
con una de las universidades más viejas del mundo, con sus ochocientos años de historia.
Ciudad de leyendas y mitos, como el de La Cueva de Salamanca que muchos
recrearon, entre ellos Cervantes en su divertidísimo entremés. En fin, es una
ciudad que se recorre con inmenso deleite, como si no importara nada más. Acá
ya no estamos ante la solemnidad de Santiago y lo de los peregrinos y el famoso
y transnacional camino. No, acá la religiosidad es más erasmista si se quiere.
Que sea la rana un ícono de la ciudad es un rasgo profano y picaresco, aunque
hoy en día masificado en souvenirs
para turistas, presente en representaciones que van desde el antiguo Egipto a
las catedrales góticas y la pintura de Hieronymus Bosch (El Bosco),
concretamente Los siete pecados capitales
y El jardín de las delicias, que la
asocian con la lujuria y la muerte. La rana se encuentra en el laberíntico
pórtico de la universidad y su visualización es tan popular que ya en su
momento decía don Miguel de Unamuno: “No es lo malo que vean la rana, sino que
no vean más que la rana”.
Magistral cita de Cervantes a un costado de la Plaza Mayor, que describe el espíritu salmantino
Salamanca es una ciudad
literaria, una ciudad-libro además de ciudad-museo, protagonista de grandes
relatos, aunque esta circunstancia no la vuelva excepcional. Además de todos
los escritores que estudiaron en su universidad, es la ciudad del Lazarillo de
Tormes, nombre del río que la atraviesa (el Tormes) y sobre cuyos pantanos se
encuentra un puente romano. La vida de
Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades es la obra cumbre de
la picaresca española, prohibida por la Inquisición debido a su contenido crítico,
pesimista y moralizante con los vicios del poder eclesial y la sociedad de su
tiempo.
Vista parcial del casco viejo de Salamanca
Descansa en paz, ancestral grey
vendida por tu propio rey.
vendida por tu propio rey.
De mártires y traidores
enlutaron tus campos
los inquisidores.
enlutaron tus campos
los inquisidores.
Y la dictadura...
Joan
Manuel Serrat, Por las paredes (mil años
hace), fragmento
Aunque es una ciudad por la que
pasaron diversas culturas dejando su impronta, yo diría que Salamanca tiene una
personalidad barroca, como Sevilla. Las tres experiencias barrocas de las que
hablaba el filósofo ecuatoriano-mexicano Bolívar Echeverría están muy presentes
en ella: la estética, la lúdica y la festiva. Es que se trata de una ciudad de
una tranquilidad, belleza, creatividad, ambiente y bohemia en la que da mucho
gusto estar. Y se entiende que haya inspirado a numerosos creadores a través
del tiempo. Sobre el origen de su nombre se sabe que en la antigüedad los
iberos y vacceos la llamaron Helmántica, a partir del cual vendrían otras
variaciones como Salmantica hasta llegar, finalmente, a Salamanca. Por otra parte, a ella le debemos la publicación,
justamente en 1492, de la primera gramática del castellano, escrita por el
sevillano Antonio de Nebrija.
Segovia
El bimilenario acueducto romano
de Segovia
Solo una cosa puede lamentarse
de Segovia: no permanecer más horas o días en ella. Y era el último destino
antes de volver a Madrid. Y la recorrí como si en ello me fuera la vida. El
famoso acueducto romano me embelesó con sus 28,10 metros de altura máxima, sus
958 metros de arquería en su recorrido por la ciudad, sus 166 arcos, sus más de
dos mil años de historia: fue terminado en el 74 a. C. En total son 15
kilómetros desde su origen en la Sierra de Guadarrama. Claro, hay acueductos
más largos que construyeron los romanos a lo largo y ancho de su vastísimo
imperio. Segovia, en síntesis, es una obra maestra del ingenio humano y natural
con su acueducto, su judería, su alcázar, su muralla, su gente, su naturaleza.
Detalle del centro histórico de
Segovia
Y como este recuento viajero ha
tenido su banda sonora, voy a citar nuevamente a Serrat como conclusión de
estas divagaciones. Porque lo que he intentado decir lo dice él magistralmente
en Por las paredes (mil años hace),
digna de un Antonio Machado, en mi opinión:
Patria pequeña y fronteriza,
mil leches hay en tus cenizas,
pero un soplo de libertad
revuelve el monte, el campesino,
el marinero y la ciudad.
mil leches hay en tus cenizas,
pero un soplo de libertad
revuelve el monte, el campesino,
el marinero y la ciudad.
Que la ignorancia no te niegue,
que no trafique el mercader
con lo que un pueblo quiere ser.
que no trafique el mercader
con lo que un pueblo quiere ser.
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