En
un bar un hombre joven le cuenta a un amigo suyo que se ha hecho los exámenes
del sida y empieza a comentar el resultado; a partir de ahí la reacción de
todos los que lo conocen es definirlo o redefinirlo como un individuo
homosexual que además contrajo la enfermedad al prostituirse. El mensaje
finaliza diciendo “Las estupideces que acabas de ver son producto de la
ignorancia. Ojalá la verdad del sida se transmitiera así de rápido. La cura del
sida es saber del sida". Ver: http://www.youtube.com/watch?v=4J0IdIjUJbA
Dos
hombres jóvenes visten camisetas y caminan por un parque tomados de la mano. Dos
señoras que están sentadas en un banco los ven pasar estupefactas y una le
pregunta a la otra si vio aquello. Ésta le dice “¡Parece imposible!”.
Finalmente su amiga exclama: “¡En manga corta con este frío!”. Y se lee la
frase “Por el derecho a la indiferencia”, que puesto en contexto se entiende como el respeto a la diferencia, en este
caso por la condición sexual de los demás. Ver: http://www.youtube.com/watch?v=iXw87rsI4Tg
Una
mujer sentada ante la cámara habla de los homofóbicos como personas que
necesitan ayuda: “Cuando te encuentres con uno, no lo rechaces”, dice.
“Ayúdale. Ayudémosle a entender”. Ver: http://www.youtube.com/watch?v=Zim_n9JELnU
La
propaganda audiovisual relacionada con el sida, por un lado, y la homofobia,
por otro, es abundante y abarca un amplio espectro de ideas visuales que
emplean la puesta en escena con actores y modelos, la animación y el
testimonio, entre otros. En el caso del sida el objetivo fundamental es la
prevención de la enfermedad. Los mensajes que abordan el tema de la homofobia,
por su parte, tienen en común el rechazo a la discriminación social del
homosexualismo. Desde que se inició la epidemia del VIH sida ésta fue asociada
con la población homosexual debido a los numerosos casos que se presentaron
dentro de este grupo social, entre ellos los de celebridades como
el filósofo Michel Foucault, el actor Rock Hudson, el músico de rock Freddie
Mercury, el bailarín Rudolf Nureyev o el fotógrafo Robert Mapplethorpe. Pronto
la enfermedad se diseminó en otros grupos y se estima que ha cobrado más de 20
millones de víctimas en todo el mundo mientras que los casos de contagio siguen
en aumento. Aunque claramente es un asunto de salud pública que involucra a
toda la sociedad y pese a las campañas preventivas y divulgativas que buscan
tratarlo como tal, aún subsisten los prejuicios que lo muestran peyorativamente
en tono homofóbico, que estigmatizan a quien lo padece o porta y que responden
al estereotipo del enfermo de sida como homosexual. Es esto lo que se muestra
en la primera propaganda, realizada por el famoso canal internacional de música
pop MTV en México.
De
acuerdo con David Halperin el discurso de la homofobia, inmerso en una relación
de poder/saber, ha encontrado su contraparte, su deconstrucción en una
resistencia creativa que tal y como lo manifestaba Michel Foucault “no es
únicamente una negación: es un proceso de creación”.[1]
Ese proceso ha dado lugar primordialmente a tres estrategias o
contra-estrategias anti-homofóbicas que es importante considerar para una mayor
comprensión de los mensajes descritos y de muchos más: apropiación y
resignificación; apropiación y teatralización; exposición y desmitificación. La
primera consiste en apropiarse de un preconcepto, un prejuicio o una afirmación
universalista y rígida sobre la homosexualidad para hacer de ella un aliado y
no lo que busca la información y la propaganda homofóbica que puede estar disfrazada,
por ejemplo, de hallazgo científico. La estrategia funcionaría como una ironía
e incluso como un desafío ante lo que se pretende hacer pasar como explicación
científica en uno de los casos que cita Halperin “cuyo propósito era descubrir
las causas anatómicas y neurológicas de la orientación sexual” [2]
que residirían presuntamente en el hipotálamo. Como reacción ante la
publicación del susodicho estudio en diarios estadounidenses, en San Francisco
se abre un bar gay cuya razón social es Hypothalamus: una práctica de
simbolización que no sólo pone en duda un informe sino que se lo refriega en la
cara a un sector de la comunidad científica.
El filósofo Michel Foucault. Fuente: Estafeta
La
apropiación y teatralización es una estrategia que se apropia de discursos
sobre la sexualidad para invertirlos (la expresión no es fortuita pues el
término “invertido” también se ha usado para designar al homosexual): se
teatraliza el binarismo heterosexual/homosexual que histórica, social y
políticamente ha servido para decidir y nombrar lo normal, lo política y socialmente
correcto en la sexualidad y condenar así otras formas de vivirla. El sexo -como
la raza, el género y la clase- es en el sistema-mundo un objeto de estudio y
disciplinamiento cuya norma es la heterosexualidad y su desviación o inversión
la homosexualidad. Como identidad sexual, ésta es la que se problematiza. ¿Pero
qué pasaría si lo que se problematizara fuera la heterosexualidad? La
teatralidad que se despliega a partir de esta pregunta no sólo aspira a un
equilibrio en el tratamiento de la sexualidad sino que plantea dudas acerca
de las conductas heterosexuales como
modelos de vida, entendiendo que son conductas que han sido construidas,
moldeadas y legitimadas. ¿Cuál es el peligro de un discurso unanimista,
absoluto y universalizante que pone la heterosexualidad como la norma, el
modelo a seguir? ¿Son los valores de una sexualidad hétero los únicos que se
tienen que promover? ¿Y cuáles son esos valores? O mejor: ¿en qué está basado
ese modelo? ¿En la pirámide Matrimonio-Familia-Reproducción-Roles intocables-Pérdida de la Individualidad-Sumisión de uno (generalmente la mujer)
frente a otro? ¿A qué se reduce? ¿A la reproducción del sistema
Escuela-Religión-Trabajo-Patria? Entonces, como vengo pensando desde hace
tiempo, y actuando en consecuencia, necesitamos construir una nueva ética
heterosexual del mismo modo que otra ética masculina pues el discurso
heterosexual siempre ha privilegiado, valga la redundancia, las prerrogativas
del hombre, nunca las de la mujer. Aun más, es un discurso que tiene un modelo
de hombre: blanco, occidental, preferentemente “de elevada posición social”,
ideológicamente liberal –o conservador, en la práctica vienen a ser lo mismo,
la diferencia es solo de nombre, persiguen los mismos fines; otra cosa es ser
libertario.
La
tercera estrategia, la de exposición y desmitificación, tal vez sea la más
compleja en la medida en que trata de desarticular los mecanismos que emplea la
homofobia. Es una ardua labor intelectual que tiene en el trabajo de Foucault
una valiosa impronta y en los estudios queer una permanente indagación
del régimen colonial de sexualidad. Ahora bien, las propagandas descritas ¿se
ajustan a alguna de estas estrategias? ¿O corresponden más bien a un discurso
multiculturalista o incluso a una homofobia mimetizada?
El
spot de MTV que he traído a colación trabaja sobre la relación sida/homosexual
que muestra a la gente gay como la principal víctima de esta enfermedad, por un
lado, y como una población peligrosa por su forma de vida -supuestamente
promiscua y perversa- que la hace también la principal propagadora de la
epidemia. En principio el mensaje busca contribuir a desmitificar ese
estereotipo. Lo dice con letreros: “Las estupideces que acabas de ver son
producto de la ignorancia. Ojalá la verdad del sida se transmitiera así de
rápido. La cura del sida es saber del sida”. ¿Lo logra? ¿Por qué lo dice con
letreros y no lo muestra con imágenes o con palabras habladas tratándose de
algo tan importante? ¿No se quiere involucrar completamente en la problemática?
¿Y cuál es la verdad del sida que no se transmite tan rápido como los rumores y
la información televisiva sobre el temible virus que el protagonista
supuestamente ha contraído? Es cierto que en 30 segundos es muy difícil decir
toda la verdad sobre el sida y ello disculparía al canal de no intentar
hacerlo. Se podría pensar que el propósito del mensaje ha sido que los
espectadores busquen información (“la verdad del sida”) por su cuenta. Me
parece una posición cómoda que no se arriesga a decir algo más. La propuesta
propagandística de presentar el asunto como si fuera un extracto de alguna
telenovela es buena; seduce con sus imágenes y agilidad. Pero, cabría
preguntarse si realmente desmitifica la ecuación homosexual + perversión =
sida; o si la mantiene o refuerza. Aunque la intención sea anti-homofóbica, el
planteamiento del guión y la puesta en escena pueden lograr justamente el
efecto contrario. Además, ¿basta con decir que todo lo que se ha visto es una
estupidez que resulta de la ignorancia de mucha gente? ¿Por qué se insiste en
el estereotipo del portador de sida surgido en los años 80 así sea para decir
eso, que es una estupidez?
La
respuesta obvia a todos estos interrogantes sería decir que difícilmente un
medio televisivo de masas diría otra cosa así se trate de un canal como MTV que
ha difundido, por ejemplo, videoclips polémicos. A pesar de que sí se pueda
encontrar aquí algún indicio de apropiación y resignificación del discurso
homofóbico en cuanto a que se recurre intencionalmente a lugares comunes (el
gay expuesto como pervertido y promiscuo) que finalmente son juzgados como
producto de la ignorancia, lo que no se produce es, precisamente, un ejercicio
de resignificación. En este caso MTV pretende zanjar un asunto tan complejo,
que ha sido importante para el sostenimiento de un régimen de representación
sexual en la crisis del sida, reduciéndolo a ignorancia de la gente, optando
por la solución más fácil o menos comprometedora. Al respecto David Halperin
señala: “No quiero decir, por cierto, que las cuestiones de género, raza y
clase no determinen en gran medida la crisis del sida. Pero, por compleja que
sea la política del sida, no deberíamos ignorar o minimizar los rasgos de
homofobia que impregnan y forman virtualmente cada una de sus dimensiones”.[3]
En
cuanto al segundo spot, patrocinado por una ONG portuguesa que defiende el
derecho a la indiferencia, aparentemente está mostrando las relaciones
homosexuales como algo natural, tan natural que nos deberían resultar
indiferentes. Puede que este sea un intento de teatralizar la sexualidad. Lo
que causa estupor en las dos señoras del mensaje es cómo la pareja gay puede
soportar el frío reinante vistiendo ropa de verano. Se asume la orientación
homosexual como un hecho natural o como un tema socialmente aceptado; en otras
palabras, se teatraliza lo que debería ser nuestra actitud frente al
homosexualismo, suponiendo que para ello tiene que haber previamente
reconocimiento, respeto y tolerancia. La pregunta es si el mensaje, tal y como
está planteado, no es acaso una representación multiculturalista, propia de la
globalización liberal que reconoce todas las identidades, las normaliza y en
cierto modo las homogeniza, negando sus tensiones y conflictos. ¿Hasta qué
punto se incluye la diferencia (en este caso el homosexualismo) en la teoría y
se niega en la práctica? ¿No es ésta una forma encubierta de negación? La
imagen, como el papel, también aguanta todo. ¿Qué esconde el derecho a la
indiferencia? ¿La indiferencia ante los derechos de las minorías, de los grupos
marginales?
En
mi opinión el tercer spot es el más honesto en el tratamiento de la homofobia.
Financiado por una organización española de lucha contra la homofobia, es un
ejercicio interesante de apropiación y teatralización del discurso homofóbico
que también intenta exponerlo y desmitificarlo (la segunda y tercera
estrategias que comenta Halperin). Su propuesta es la menos ambiciosa a nivel
audiovisual (un solo plano con un lento acercamiento a la mujer que habla a la
cámara), pero la más efectiva como mensaje anti-homofóbico. El único personaje que
vemos, la mujer que habla de la homofobia, empieza mencionando una serie de
sentimientos (miedo, angustia, confusión, rechazo) que experimentan ciertas
personas. En un primer momento el espectador puede pensar que se refiere a
muchos homosexuales que sienten así su condición, pero luego ella dice “las
cosas que sienten los homofóbicos son terribles…”, y a partir de ese giro se
entiende que lo que se está problematizando es el heterosexualismo en su
versión homofóbica. Es decir, el mensaje contra la homofobia se hace asumiendo
la postura homofóbica como si fuese un mal psicosocial (que puede serlo) y, en
todo caso, como un problema de intolerancia que requiere de solidaridad y
colaboración. El homofóbico es, entonces, alguien que sufre mucho con su
condición y por ello tampoco se le pueda dar la espalda. Contribuir a un cambio
en su actitud frente al homosexualismo ayudaría mucho. Abiertamente se nos está
diciendo que la homofobia es una enfermedad social, o en todo caso un grave
prejuicio, que el problema es la actitud generalizada -al ser propagada por un
régimen de sexualidad- de rechazo e incomprensión ante la homosexualidad. Y que
la condición de homofóbico requiere también la comprensión y el apoyo de todas
las personas sensibles al tema para ayudar a superarla (“ayudémosle a
entender”) porque, entre otras cosas, causa mucho sufrimiento. Podría decirse
que el homofóbico es presentado aquí como otra víctima de la dominación
sexista. Es más: es el individuo cuyos cuerpo y mente están más disciplinados,
controlados y normalizados por el poder para responder (y obedecer) al esquema
sexista, racista, clasista y adulto-centrista.
Más
allá de que el mensaje en cuestión haya sido promovido por una organización de
diversidad sexual -lo cual no me consta- esta inversión de la problemática
tiene que ver con la puesta en discurso de la homosexualidad a partir del siglo
xix, discurso que ha sido claramente manipulado y denigrado, hasta llegar a lo
que Foucault llama “la constitución de un discurso ‘de oposición’: la homosexualidad
se puso a hablar de sí misma, a reivindicar su legitimidad o su ‘naturalidad’
incorporando frecuentemente al vocabulario las categorías con que era
médicamente descalificada”.[4]
Ése es el valor simbólico, social y político de este tipo de mensajes que son
los que más se necesitan para contrarrestar los efectos de un régimen colonial
de representación social-visual que continuamente se readapta y contraataca
ante los desafíos de la resistencia.
[1]
Michel Foucault, “Michel Foucault, una entrevista: sexo, poder y política de la
identidad”, citado por David Halperin en San Foucault. Para una hagiografía
gay, Buenos Aires, Ediciones Literales, 2007, p. 81
[2]
Ibíd., p. 70.
[3] Ibíd., p. 46.
[4] Michel Foucault, citado por David
Halperin, ibíd., p. 78.
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